PANTEON PERSA

Ahura Mazda (Ahura Mazdā) u Ormuz es el nombre en idioma avéstico para una divinidad exaltada por Zoroastro como el Creador no creado, es decir, la deidad suprema del zoroastrismo.



Las fuentes relativas a la religión aqueménida nos muestran sobre todo las relaciones entre el Gran Rey y el dios Ahura Mazda, el cual es concebido como el verdadero soberano del Imperio.El rey no es otra cosa que el instrumento del dios, quien lo pone a la cabeza del Imperio para que cumpla su voluntad sobre la Tierra. Se ha propuesto recientemente que los soberanos persas tenían la misión de reconstituir el paraíso original creado por Ahura Mazda, eliminando a la mentira que se oponía a la justicia. La "religión popular" de la Persia aqueménida escapa en gran medida a nuestro conocimiento. Las tablillas de Persépolis nos permiten conocer los nombres de otras divinidades a las que se rendía culto, pero aparte de ello tan sólo dan cuenta de las ofrendas que se les enviaban desde el palacio real.



La principal divinidad de la Persia aqueménida es Ahura Mazda (el "Sabio Señor"). No se trata de un monoteísmo, sino de un henoteísmo: Ahura Mazda domina el panteón, tiende a concentrar los atributos de otras divinidades, pero no es el único dios al que se le reconoce existencia. Su función es sobre todo ser el maestro supremo del mundo. Se le atribuye la creación del Cielo, la Tierra y los hombres. De él proviene el poder de la realeza, y gracias a él los reyes son victoriosos y el reino es protegido de los peligros que lo asechan. Como se observa en las plegarias de Darío, los reyes poseían una relación privilegiada con su dios.
Otras divinidades iranias aparecen en las tablillas de Persépolis. Los Visai Baga ("Todos los Dioses") son una entidad colectiva que presenta similitudes con el Rig Veda. Su culto se practicaba en unos pocos sitios. Aparecen, asimismo: Zurvan, el dios avéstico del Tiempo y figura central del zurvanismo posterior; Hvarira, el Genio del Sol Saliente; Naryasanga, llamado "Mensajero de los Dioses" en el Avesta; Mizdushish, diosa del destino; Brtakamya, "el que cumple los deseos"; y Thaigracish, el que aparece en un sólo texto y es por lo demás desconocido. Además, las inscripciones reales tardías mencionan dos divinidades particularmente importantes en el panteón iranio: el dios Mithra, divinidad solar y en su origen el dios de los contratos, y que posee un aspecto guerrero; y Anahita, diosa del amor y la fertilidad. Adicionalmente, los persas rendían culto a algunos elementos naturales.
Por último, las tablillas de Persépolis mencionan cultos dedicados a divinidades elamitas y mesopotámicas en las áreas circundantes a la capital persa. Poseían gran relevancia dioses elamitas como Humban y Napirisha, así como el dios mesopotámico de la Tormenta, Adad.

 De acuerdo a Heródoto de Halicarnaso, los persas no poseían templos, y no erigía estatuas dedicadas a sus dioses. De hecho, ninguna edificación del área persa ha sido claramente identificada hasta la fecha como los restos de un templo. Esto indica que, por lo tanto, una gran parte del culto persa se realizaba al aire libre. Sin embargo, hay alusiones a la existencia de templos dedicados a Anahita bajo el reinado de Artajerjes II, aunque fuera de Persia (Damasco, Anatolia). Resulta imposible saber con exactitud en qué lugares los persas aqueménidas llevaban a cabo sus sacrificios. Los grandes jardines persas, los llamados "paraísos" (paridaida), pueden haber tenido una función religiosa, acaso herencia de los bosques sagrados elamitas (husa).